Posted by Grupo 4 1º Bachillerato A - - 0 comentarios

El teatro en este siglo se vio envuelto en varias polémicas. En primer lugar se discutió sobre la conveniencia o no del teatro.
Los esfuerzos de los ilustrados fueron destinados a conseguir un nuevo teatro que siguiera la regla de las tres unidades: que sea útil y educativo y que sea escuela de buenas costumbres y se rechazará todo lo que no se ajuste a esas normas.

Tradicional

Está formada por los dramaturgos que se ajustan aún al canon barroco. Especialmente importantes son los epígonos de Calderón. Triunfan -por lo tanto- las comedias de enredo, de magia, de milagros de santos y de historia. Para la aristocracia, se montan zarzuelas y óperas al gusto italiano.

Popular

Los sainetes y Ramón de la Cruz son las verdaderas estrellas de esta tendencia.

Neoclásica

Adopta las nuevas modas que llegan de Francia. En consecuencia, se impuso la razón y la armonía como norma. Se acató la llamada regla de las tres unidades, que exigía una única acción, un solo escenario y un tiempo cronológico coherente en el desarrollo de la acción dramática. Se estableció la separación de lo cómico y lo trágico. Se impuso la contención imaginativa, eliminando todo aquello que se consideraba exagerado o de mal gusto. Se adoptó una finalidad educativa y moralizante, que sirviera para difundir los valores universales de la cultura y el progreso.

Ramón de la Cruz, Sainetes  

Nació en Madrid en 1731. En 1759 estaba empleado en la administración de prisiones y se casó al año siguiente con Doña Margarita Beatriz Magán Melo de Bargas, que le daría al menos cinco hijos. Estudió humanidades y gozó de la protección del duque de Alba, quien acostumbraba a llevarlo en sus viajes, y de la condesa de Benavente, para cuyo teatro privado compuso varios sainetes, así como de su hija, la duquesa de Osuna. En la Academia de la Arcadia tenía el nombre de Lariso Dianeo. Durante su juventud escribió tragedias y comedias en las que imitó singularmente a Pietro Metastasio, Jean Racine y Voltaire. Tradujo también obras de estos autores y produjo una versión de Hamlet de Shakespeare a través de la adaptación francesa de Jean-François Ducis. También adaptó algunos textos del teatro clásico español, como Andrómeda y Perseo de Calderón e Ifigenia de José de Cañizares. Por último se consagró al sainete popular con gran éxito, de los que produjo más de trescientos, lo que le atrajo la hostilidad de los estilistas del Neoclasicismo, partidarios de un arte más idealizado y educativo. Llegó a ser el verdadero director de los teatros madrileños de la Cruz y del Príncipe, cuya programación estaba en sus manos, recibió, además, muchos honores y distinciones públicas; su apogeo se produce en el año 1773, cuando cae el gobierno del Conde de Aranda, portector de la estética neoclásica. En el siglo XVIII Ramón de la Cruz (1731-1794) crea el sainete moderno en España, basado en la representación de cuadros breves de tipo costumbrista, con cierto tono satírico e irónico. Posteriormente, el sainete va consiguiendo su autonomía respecto a las otras representaciones, como sugiere Valldaura. La incorporación del elemento popular con sus rasgos característicos en la zarzuela en un acto fue la consecuencia de la creación del sainete lírico, ya que, si antes existieron los antecedentes que de él tenemos, nada tiene que ver con ese espléndido desenvolvimiento que culmina con La verbena de la Paloma y La revoltosa. El madrileñismo predomina en este tipo de sainete frente al regionalismo más propio de la zarzuela. El sainete decimonónico incorpora rasgos de la comedia como los temas melodramáticos y el final feliz, para satisfacer al público y alargar el espectáculo

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